En el año 1938 regresa al Perú, trayendo sus conocimientos de la Escuela de París, enseñándolas en la Escuela de Bellas Artes como docente, actividad que hizo hasta su último día de vida.
Realizó varias exposiciones personales en Lima y representó al país en los mas importantes eventos internacionales. En 1967 se ganó el premio tecnoquímica por su aporte al arte nacional.
La llegada de Ricardo Grau fue muy importante para el reinado indigenista, ya que fue un portavoz para esta batalla. Su actitud, personalidad y condiciones artísticas, permitieron que liderara esta preocupación para conseguir una nueva renovación plástica.
“quizás ningún pintor individual haya influido tanto como él en la historia de nuestra pintura contemporánea. En el campo específicamente estético Ricardo Grau dio tres batallas fundamentales para la determinación formal de la pintura que le siguió: por el color, por la libertad experimental y por el desarrollo de un pensamiento plástico (es decir libre de imposiciones literarias) en el arte.
Este recordatorio viene a colación de la actual exposición en la Alianza Francesa, donde se pretende cubrir —con pomposo título— “La verdad múltiple, discursos artísticos desde las vanguardias, Francia y la plástica peruana del siglo XX”. Por supuesto, Ricardo Grau no es, siquiera, mencionado.
Tampoco ha merecido ser incluido en la reciente selección de publicaciones dedicadas a los maestros de la pintura peruana del siglo XX.
Siendo un gran artista ha sido muy poco reconocido, no tiene reconocimientos ni por instituciones, ni editores, ni por investigadores o historiadores por mucho que tenga un buen trabajo y sea un artista imprescindible en cualquier recuento del arte contemporáneo peruano.