jueves, 27 de mayo de 2010

José Arnaldo Sabogal Dieguez (1888-1956)

Notable pintor peruano, creador del llamado movimiento "indigenista" que reunió a un grupo de talentosos artistas, todos ellos empeñados en exaltar las raíces andinas de nuestro pueblo.
José Sabogal, es uno de los pocos pintores indigenistas que ha hecho de su vida una gran aventura, viajando por el mundo, logrando estudiar y empaparse de ese arte tan maravilloso como es la pintura.


Trabajó con Rivera y Orozco entre 1922 y 1925, de los que recibió decisivas influencias. Su obra se inscribe en la corriente indigenista, de la que está considerada como uno de sus más conspicuos representantes. Entre 1933 y 1943 fue director de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima, cargo desde el que alentó un radical nacionalismo en el arte peruano.
Su obra, ubicada en el contexto de su tiempo y de su propia circunstancia, nos acerca a comprender, en caso de ser posible, el problema de la identidad cultural.
Más allá de la opción temática o del desarrollo de la obra, el compromiso por acercarse a las fuentes de inspiración y a los orígenes de los pueblos ha sido una constante que se observa en la evolución pictórica de la región americana de aquel momento y sin que el proceso sea idéntico ni necesariamente comparable con los otros países de la región andina.
En nuestro medio, fue José Sabogal quien rompe con las pautas clásicas de la composición y del color; crea a partir de la observación y la admiración de la propia realidad, de la naturaleza, del hombre y de su sociedad a los que descubre envueltos en un manto dual de alegría y tristeza, en un intento por exaltar los aspectos menos conocidos o menos apreciados de los pueblos antiguos. Lo revolucionario en su obra no sólo es la propuesta sino su consecuencia. Al redescubrir lo propio y asignarle nuevamente un valor positivo, se subleva el espíritu aletargado de una raza y se le enfrenta al conocimiento de sus derechos y a la exigencia de la justicia que les corresponde.


En tanto se trata de situaciones que con mayor o menor similitud viven los pueblos de América, el indigenismo se convierte en uno de los movimientos artísticos más trascendentes en la región americana.
Es en este contexto en que aparece como una primavera de novedad y renovación la propuesta de Sabogal y es hacia ella que convergen muchos creadores. Ello se dio junto a la aparición de una nueva y emergente sociedad. Lima, la capital, dejaría desde entonces de ser el eje exclusivo de la sociedad señorial de antaño para convertirse en un polo de atracción provinciana.



Arquitecto quechua

Fue la figura de Sabogal la que encarnó las inquietudes insatisfechas de los artistas cuya actitud, lejos de ser beligerante, era producto de los tiempos de profundas transformaciones ante lo que el maestro significaba, una respuesta nueva a través de la cual se forjaría un estilo pictórico auténticamente peruano.
Con su extraordinaria sensibilidad, Sabogal se dedica a estudiar y conocer al indio, escudriñando en su espíritu, en su relación con el medio ambiente, en sus costumbres, creencias y valores. Luego de su primera exposición, el reconocimiento, la crítica, la aceptación y el rechazo, surgieron casi de inmediato y Sabogal pasó del anonimato a ser una personalidad que motivaba encendidas discusiones de encontradas tendencias.



Huanta

Indigenismo

El contacto con nuevos ambientes y nuevas realidades, nos permiten entender mejor nuestro ámbito vital. Así sucedió en la pintura, la belleza de esos mundos idealizados del arte académico y clásico, dio la posibilidad a nuestros artistas de conocer el significado real y concreto de nuestra tierra, de nuestros habitantes, de nuestra herencia artística. El excesivo interés y respeto por lo foráneo decae ante una nueva concepción del valor estético como exaltación primordial de lo propio. Algunos artistas que emigraron en afanosa búsqueda de conceptos originales, vuelven a la tierra saturados de nostalgia portando un mensaje de amor a lo suyo. Surge así la Pintura Indigenista, ávida de emoción local, deseosa de gozar y transmitir la belleza temática, formal y cromática de nuestros pueblos y de nuestros tipos.


El indigenismo produjo un aporte de claro y evidente nacionalismo, pero mirado con el desaire que se dispensa a lo aldeano, tuvo que pasar también y ceder camino a la reacción surgida en la lógica rutina de cambio dentro de la inmensa rueda del tiempo. Efímera, pero fructífera fue la vida del indigenismo en la pintura. Quienes operaron en el nuevo estilo supieron impactar hondo en la sensibilidad de nuestro pueblo, y hoy los nombres de José Sabogal, Jorge Vinatea Reynoso, Enrique Camino Brent, Camilo Blas, Julia Codesido y otros se encumbran ante el aprecio y la aceptación incondicional hacia todo lo peruano. Las ojotas y el poncho de nuestros hermanos de la sierra ya calzan nuestros pies y flamean en nuestros ámbitos.


El espíritu noble y transcendente de la pintura indigenista, se deja sentir en la plática contemporánea a través de una tendencia permanente a incidir, sobre temas que nos son propios, sobre nuestra problemática social o aportando un alto concepto y respeto por los valores artísticos de nuestro pasado y de nuestra realidad vital.
En definitiva el aspecto humano y el sentimental expresionista del indigenismo, vertidos en imágenes de trazo vigoroso, de fuerte contextura, de empaste grueso, de concepción abstracta, de rico colorido y gran dominio compositivo, se ha constituido en base y sustento de una gran parte de la producción estética actual.

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